Wednesday, September 06, 2006

 

La reseña

Se trata de un comentario breve e informativo, una narración muy sucinta, que da cuenta de un acontecimiento cultural: un libro recientemente publicado, el estreno de una puesta en escena, un concierto musical, una función de danza, una exposición de pintura o escultura, una nueva película, un espectáculo.
La reseña aparece en un lugar fijo —y diferenciado tipográficamente— en los diarios o las revistas. Por lo general es un texto muy bien escrito, breve, ágil, inteligente, que se le encomienda a un escritor externo y que suele ser alguien que se mueve como pez en el agua en su medio.
Cuando la reseña es crítica comporta en todos los casos un juicio de valor, pero si no aventura un juicio, entonces se queda en crónica: una mera relación de lo acontecido, escrita en lo posible con gracia. Sin embargo, la mayor parte de las veces la reseña implica una crítica implícita o explícita que parte de una información noticiosa en la que el autor argumenta por qué está bien o mal una obra. No basta que lo enuncie: tiene que decir por qué opina en uno o en otro sentido y apoyar su argumentación dando elementos para ser persuasivo y para que el lector se forme una idea. Hay que hacer ver al lector por qué se piensa en un sentido o en otro. Una muestra de ignorancia, de falta de educación y de respeto al lector, es escribir en un tono como el siguiente: “Esto es así simplemente por que yo lo digo”. (Desplantes de ese jaez son los que definen el principio autoritario o al autoritarismo intelectual o científico.)
A la crítica de libros suele llamársele también “recensión” que quiere decir “valoración”. Para Roland Barthes, la crítica literaria es “una actividad de desciframiento del texto”. Esta descodificación puede ser de todos los colores ideológicos que se quiera o elija el autor de la crítica: puede ser marxista, neokantiana, positivista lógica, psicoanalítica, estructuralista, antitotalitaria, empiriocriticista, impresionista, existencialista, en los estilos más diversos y según “adhesiones ideológicas” diferentes, incluida la ideología de la anti—ideología que consiste en descalificar cualquier argumento porque es “ideológico”. De lo que se trata es de que el crítico produzca un texto que tenga fuerza, inteligencia, provocación, desplante irónico. “El objetivo es siempre el mismo: intentar aprehender un sentido verdadero del texto, a fin de descubrir su estructura, su secreto, su esencia”, según decía Barthes en una entrevista en L’Express el 31 de mayo de 1970.
En principio, éstas serían las reglas del juego. Sin embargo, en el comentario de un libro cuenta muy frecuentemente la simpatía personal del crítico por el autor. En ciertos medios, la crítica literaria es política literaria. El reseñista no puede sustraerse a los afectos: no tiene que actuar como un juez y resulta natural que por motivaciones de amistad o de afinidad estética ponga más atención a los escritores que son sus amigos que a los que no lo son.
En lo países de cultura anglosajona resulta de muy mal gusto comentar el libro del director de una publicación en la publicación misma. Algunos periódicos vetan la crítica de un libro a quien conozca personalmente a su autor. No se acepta tampoco que escriba sobre un escritor que haya comentado antes un libro del crítico ni que mantenga relaciones personales con alguien citado en su texto.




























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